Hospitales Católicos de Madrid se suma a la firma del Manifiesto de los Religiosos Sanitarios ante la Ley de Eutanasia

Clínica San Miguel-Línea de Rehabilitación Psicosocial forman parte de la asociación

Hospitales Católicos de Madrid, los Religiosos Camilos, la Orden Hospitalaria San Juan de Dios, CONFER y la Federación Lares subrayan la importancia de acompañar al paciente en el final de su proceso vital, velando por su bienestar y aplicando las herramientas necesarias para evitar que este sufra.

Los ocho centros que conforman el grupo hospitalario HCM, junto a sus compañeros sanitarios de otras instituciones y hermandades, se plantan frente a una Ley de Eutanasia que no ofrece garantías para los profesionales sanitarios que no quieran aplicarla.

“Nos importan las personas y tenemos la obligación de acompañarlas en su proceso vital. Morir con dignidad es disponer desde el inicio con las herramientas terapéuticas y el acompañamiento de profesionales y seres queridos. Para ello tenemos los Cuidados Paliativos”, ha declarado la presidenta de HCM, Olga Ginés, en la Jornada de Presentación del Manifiesto de los Religiosos Sanitarios ante la Ley de Eutanasia.

En cuanto a la norma, se han identificado varios errores conceptuales como los siguientes:

  1. Se identifica la eutanasia como “muerte natural” cuando en realidad es una muerte provocada o violenta.
  2. Se habla de “solución al sufrimiento”, cuando los cuidados paliativos alivian ese dolor del paciente.
  3. Se establece la eutanasia como derecho, algo que obliga a nuestros profesionales a aplicarla.

Es por todo ello que, desde el respeto a la dignidad humana, como reza en el manifiesto, se exige no dañar la vida ni la integridad personal, sino promoverla y cuidarla, actuando para aliviar el sufrimiento dentro de un acompañamiento integral, la sedación paliativa correctamente indicada (cuando no son efectivas otras medidas) y administrada previo consentimiento del paciente. Asimismo, como se encuetra también en el texto, es muy importante dejar claro que «acelerar la muerte, ya sea por acción o por omisión de tratamientos y cuidados debidos a cualquier persona al final de su vida o en situación de grave discapacidad, nos parece un daño irreparable que no estamos dispuestos a infringir a nadie», así como «que facilitar una acción suicida o una actuación homicida, aunque sea solicitada y aceptada por el propio interesado, es un error porque supone un desprecio por la dignidad humana, ya que suprime a la persona a manos de otras personas».

 

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